“El crimen quedó impune, no hay dudas. Sabemos que a la Justicia la imparten hombres que no son perfectos. Creemos en la justicia divina y, por sobre todas las cosas, en el amor”, aseguró Pablo Fernández, el hermano de Lucas, el adolescente que fue asesinado hace 24 años. Hasta ahora no se pudo determinar quién fue el autor del hecho. Y lo que es peor, al haber prescripto la causa, nunca se llegará a una condena.
El joven tenía 17 años el 30 de marzo de 1996, cuando circulaba por avenida Mate de Luna al 1.800 a bordo de un VW Gol junto a sus amigos Luis Battaglia (quien conducía el vehículo), Víctor Nassif, Bruno Bazzano, Francisco Colombres Garmendia y Enrique Zamudio. Desde un Fiat 147 azul con vidrios polarizados, un joven realizó varios disparos. Lucas recibió dos impactos de bala calibre 22 en su cabeza, que le provocaron la muerte el 5 de abril de ese año. Después de una polémica investigación, cuatro años después del homicidio, la justicia condenó a Andrés Miguel a 12 años de prisión y pidió que se investigue a Julio Vergara Altuve, que hasta ese momento nunca había sido imputado. En 2006, la Corte Suprema de Justicia de la Nación revirtió el fallo, absolvió a Miguel por un tecnicismo e insistió para que se investigue a Vergara Altuve, hijo de la gremialista judicial Ada Altuve.
“Han pasado mucho tiempo y muchas cosas en el medio. Creemos que no es el momento de reabrir heridas; sí de hacerles una caricia a todos lo que sufrimos por la muerte mi hermano. Preferimos recordar a Lucas como un gran deportista, un señor amiguero y un chico que se brindaba al otro”, comentó el hermano de la víctima. Sin embargo, en este caso quedaron al menos seis interrogantes que merecen tener una respuesta:
1- ¿Por qué se cuestionó el reconocimiento?
El fallo que terminó condenando a Miguel se basó en una sola prueba: de los cinco amigos que presenciaron el ataque, sólo Battaglia, Bazzano y Zamudio lo reconocieron durante el juicio, como lo habían hecho en la etapa de instrucción, salvo el primero, que cambió de opinión en la audiencia. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, 10 años después del crimen de Fernández y seis del fallo que lo condenó, consideró que ese procedimiento había sido impropio y que violaba todas las garantías constitucionales del procesado.
Pero detrás de ese reconocimiento hubo una historia que pocos recuerdan y que se ventiló en los debates. En esos días nadie le dio demasiada importancia. En el juicio se ventiló que los defensores de los dos sospechosos del crimen, por una estrategia defensiva, habrían decidido hacerlos aparecer en los distintos medios para que toda la provincia viera sus rostros y así anular una posible rueda de reconocimiento vital para esclarecer el hecho. Ese es uno de los principales motivos por los que la Policía les tapa la cara a cada una de las personas que detienen.
Arnaldo Ahumada, que se hizo cargo de la querella asumida por la familia de la víctima, también hizo un movimiento para contrarrestar la estrategia. Reunió a los cinco jóvenes en su estudio de barrio Sur, convocó a un escribano y los hizo mirar el video de la entrevista que dio Miguel a un medio televisivo. Algunos chicos identificaron a Miguel como el autor de los disparos, otros no. Con el documento guardado en una carpeta de cartón, los testigos se presentaron en la fiscalía de Pedro Gallo para ratificar sus dichos de manera verbal. Eso fue todo. Nunca se hizo una rueda de reconocimiento para evitar nulidades.
2- ¿Qué otras pruebas había en contra del acusado?
En la irregular investigación policial, los pesquisas mencionaron a un tal “Loco Luis” o “Loco Miguel” como posible autor del hecho. Le recomendaron al fiscal Gallo que lo citara a declarar. Durante la audiencia, el comisario Mario César Jiménez no pudo explicar cómo se había enterado que el imputado podría haber participado en el hecho ni qué pruebas habían sumado en su contra.
“Fue una investigación unidireccionada”, opinó Juan “Chino” Robles, defensor del acusado. “El fiscal Gallo no tuvo la culpa, sino que hubo un funcionario judicial que trabajaba con él y que estaba vinculado a la madre de Vergara Altuve”, sintetizó sin dar más detalles, ya que aún no se olvida que fue querellado al menos tres veces por la gremialista Ada Altuve.
La mujer, ya fallecida, fue durante años titular del sindicato de empleados judiciales de la provincia. Por el poder que había acumulado en los pasillos de los tribunales fue considerada como la “sexta” vocal de la Corte. Ella siempre defendió la inocencia de su hijo afirmando que utilizaban esa versión para perjudicarla. Pero esa teoría se derrumbó por los tres fallos judiciales donde se pidió que su hijo fuera investigado por el crimen.
3- ¿Se confirmó cómo se produjo el mortal ataque?
Pese a las numerosas dudas que quedaron planteadas durante las diferentes instancias judiciales que tuvo la causa, se dio por probado que el homicida fue el conductor de un Fiat 147 azul con vidrios polarizados, que estaba acompañado por una persona de pelo largo, en avenida Mate de Luna al 1.800. Vergara Altuve tenía un auto similar y podría haber pasado por la zona junto a su novia cuando se dirigía a un hotel alojamiento.
Sin embargo, no se pudo confirmar si se trató del desenlace de una picada, como plantearon los sobrevivientes o si hubo un incidente previo. En el juicio se confirmó que se habían registrado incidentes en la puerta del boliche 2044, pero no se sumó ningún indicio de que hayan continuado en el parque Guillermina, como lo planteó Miguel. En una nota publicada por LA GACETA ,el condenado contó que en ese lugar los amigos de Lucas se pelearon con Vergara Altuve y allí se produjo un tiroteo que terminó con la muerte del adolescente.
Esa versión, que fue presentada por el condenado después de que fallaran en su contra, no pudo ser demostrada, pese a que varios testigos dijeron que los jóvenes tenían la ropa embarrada y que la víctima presentaba lesiones características de una persona que propinó y recibió golpes. Además, a Nassiff le dio positivo el test de parafina, pero nunca se llegó a profundizar el porqué.
4- ¿Se conocían Miguel y Vergara Altuve en la fecha que se produjo el crimen?
Miguel y Vergara Altuve, en un primer momento, nunca dijeron abiertamente que se conocían. Con el correr de los días confesaron que habían sido compañeros de la escuela primaria, después en el Liceo Gregorio Aráoz de la Madrid y compartieron aulas en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán, pero que no habían forjado una amistad.
Pablo “Pachuli” Julio era uno de los relacionistas públicos más importantes de esos tiempos. Como había sido mencionado en la causa, Ahumada lo entrevistó en su estudio para ver si podía aportar algún dato importante. El joven, que falleció hace dos años, dijo que conocía a los dos sospechosos y a la víctima. Sobre los sospechosos habría dicho que tenían una relación muy cercana y que sabía que Vergara Altuve tenía problemas con Fernández por la grave lesión que le había provocado a su hermano Enrique en una pelea.
La querella en un primer momento sospechó que Miguel podría haber sido el autor del disparo por pedido de su amigo, pero al no conseguir pruebas, la descartaron. Robles, defensor del único imputado, descartó esa teoría y la consideró como “totalmente descabellada”.
5- ¿Qué pasó con los amigos de la víctima?
Siguieron con su vida normal. Prefierion no hablar del tema con LA GACETA, postura que tomaron desde que se produjo el hecho. “Siempre actuaron en grupo. Todo el tiempo estuvieron juntos y más o menos dijeron lo mismo. De alguna manera me hicieron acordar a los rugbiers que fueron acusados por el crimen de Villa Gesell”, explicó Robles.
“Siempre creímos en su palabra. Nunca nos importó si fue uno, tres o los cinco los que reconocieron a Miguel; supimos que siempre dijeron la verdad y por eso los apoyamos durante tanto tiempo. Los atacaron y los cuestionaron durante mucho tiempo por haber contado lo que sucedió. Ahora más que nunca estamos con ellos”, explicó Pablo Fernández.
Según confiaron varios allegados, el crimen no los separó; todo lo contrario. Los unió para siempre. Desde esos trágicos días y hasta la fecha, se mantienen en contacto entre ellos y con la familia de su amigo asesinado. “El 19 de agosto, que era el día del cumpleaños, nos juntamos todos. Amigos y parientes nos juntamos para recordar todas sus anécdotas y su pasión por la música”, dijo el hermano de la víctima.
La única ausente de esas reuniones es Nelly Giovannello, la madre de Lucas, que murió en julio de 2007, seis meses después de que la Corte de la Nación diera a conocer el último fallo. “Sufrió un infarto fulminante, pero todos sabíamos que se le había reventado el corazón por haber sufrido tanto”, comentó una allegada. Pablo, con la voz entrecortada, agregó: “no sé si es tan así, pero sí puedo decir que la mitad de su corazón se detuvo con la muerte de mi hermano en 1996”.
6- ¿Por qué no se investigó al sospechoso Vergara Altuve?
En la Justicia, por el paso del tiempo, el retiro o el fallecimiento de varios de los protagonistas de esta historia, no existe una respuesta contundente sobre por qué no se cumplió con un fallo de un tribunal, ratificado por la Corte Suprema de Justicia de la provincia y solicitado también por el máximo tribunal del país. El asueto judicial por la pandemia también impidió tener una versión oficial.
“Siempre le pedí al fiscal Gallo que imputara a Vergara Altuve. Y lo hice porque sabía que esa sería la única manera que tenía de demostrar que no había participado en el hecho y lograr así su sobreseimiento. Era la única manera de despejar todos los rumores que lo afectaron, porque en definitiva, no hubo ninguna prueba en su contra”, explicó Alberto David Granara, que asesoró legalmente al sospechoso. “Nunca recibí ninguna notificación sobre que se estaba por abrir una investigación en su contra, tal como lo solicitaron en un primer momento el tribunal, la Corte de la provincia y la Corte de la Nación, después”, agregó el profesional. ¿Y es común que esto suceda? “Todo puede ser. Sí le puedo decir que hay muchos casos en los que los jueces piden que se inicie una investigación y que esa orden no se cumple”, concluyó.
La familia de la víctima, en un primer momento, anunció que continuaría con el rol de querellante. Después de que se conocieran los fundamentos del fallo que condenó a Miguel, Ahumada declaró: “Para nosotros el culpable es Miguel. Si hubo otro involucrado, lo investigará la Justicia. Apoyamos la investigación suplementaria. Si alguien le prestó un auto, si lo indujo, si le dio un arma o si lo acompañó, queremos saberlo y seguiremos como querellantes”, señaló Ahumada el día que se conocieron los fundamentos del fallo.
Pero nada de eso sucedió. La familia de Fernández decidió no continuar con el rol de querellante y ni siquiera se presentó a expresar su opinión cuando la defensa apeló el fallo en la Corte tucumana. Ahumada prefirió no emitir una opinión sobre el tema por respeto al silencio que se impuso la familia. “Por pedido de la madre se dejó todo. Ella, además de que se condene al culpable, no quería que los amigos de su hijo, al que los conocía muy bien y quería como a sus propios hijos, quedaran involucrados. Temía que una nueva investigación los terminaría ensuciando gratuitamente”, explicó el vocero de la familia. “Para nosotros, lo que dijeron los chicos fue la verdad y punto”, acotó Pablo Fernández.
Robles, por su parte, no dudó: “el caso Fernández representa uno de los hechos de gravedad institucional más importante de los últimos tiempos. Acá se protegió al poder inculpando a un inocente para proteger a alguien poderoso. Fue la punta del iceberg de la impunidad que se vive en la Justicia tucumana. Y no me refiero a los hombres, sino a un sistema judicial perverso que daña todos los principios que deberían regir a una sociedad”.